Los transeúntes me ignoran. No se dan cuenta de que soy un lobo extraviado en la ciudad. Un lobo gris, macho o hembra, sin nombre ni edad, y desorientado en mitad de la indiferente humanidad. Tengo miedo de la multitud y , con la nariz fruncida de asco, ando torpemente esquivando a la gente. Odio la piel humana y su olor a muerte.
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