Reflexiones en la selva

jueves, 25 de febrero de 2010

La Nada


No le encuentro sentido a muchas cosas, porque muchas de ellas perdieron la magia, el trazo, el rumbo, la dirección, el supuesto puesto, el empeño, el definitivamente quizá que llega y se va. Puse un granito en cada desierto creyendo que repletos y llenos se cansarían de existir, me equivoqué, rellenar desiertos completa sus vacíos, rellenar vacíos deja de completarme.

En un camino de huídas, repleto de senderos, huyendo de la Nada. Arrasa y arrasa y arrasa “¿Qué traes contigo?”, le pregunté una vez la tuve de frente, “¿Qué crees que viaja con la Nada…?”, supo responderme al instante. “..Que crees que viaja sino el aire sucio, la marea baja, el agua negra, la tierra quemada.”

Pensé en no huir, total, ¿Qué tendría la Nada que me pudiera dañar?, y en un instante dejé de recordar en qué momento me encontraba. Lo siguiente no recordé mi nombre y unos minutos después no recordé ni quién era. A cada instante el simple vacío me consumió, a golpe de marea y aire sucio, me desvaneció. Sin ni si quiera saber qué me estaba ocurriendo, avancé, moribunda, avancé, “¿Quien era, que pasaba, donde estaba, como estaba, cuando estaba, qué ocurrió, que había ido pasando mientras te has dedicado a dejar de respirar?”…
Cuanto menos respiré más denso se notaba el aire, cuando me dediqué a dejar de avanzar, más seca e hiriente se transformaba la tierra, cuando me rendí a dejar de remar el agua pareció puro alquitrán…

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