Reflexiones en la selva

sábado, 23 de enero de 2010

Moka


Me acerqué como siempre, como últimamente lo hacía. Sereno esperaba sin ni si quiera molestarse en abrir los ojos. Dormido. Una respiración tenue, como si no quisiera entorpecer el aire que delante de su hocico pasaba. Él sabia que era yo, no le hizo falta ladear sus orejas ni tan si quiera para identificar el sonido que mis pasos producían sobre las hojas secas.
El viento, impregnado de un otoño que se moría a pasos agigantados, le llevó un mensaje: “Estoy aquí”.


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“Que una mirada es suficiente para ahorrar toda una retahíla de explicaciones, que sirviendo, son insulsas y monótonas. Pudiendo hablar con miradas, que se ahoguen las palabras. Aun así, rescatar las justas, por si en el camino, despistados un segundo, podemos volver atrás y rescribir guiones que nunca debieron existir.”

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